Ante todo, quiero expresarle la alegría que me causa poderme
referir a Usted con este título. Soy uno
de los muchos independientes que creyó y que cree que Usted tiene la capacidad,
la voluntad y los valores necesarios para lograr una verdadera transformación
de nuestro amado país.
Su mensaje de campaña nos dio esperanza a todos los panameños que
todavía pensamos que un gobierno puede hacer obras sin robar, que se puede
ayudar a los más necesitados sin convertirlos en siervos agradecidos y
obedientes, que creemos en que las reglas del juego pueden ser claras e iguales
para todos. Muchos van a decir que soy
un ingenuo y cosas peores, y tal vez tengan razón, pero prefiero mantener la
esperanza, a caer en el cinismo de pensar que está bien robar, siempre y cuando
se salpiquen las migajas del botín.
Señor Presidente, Usted tiene la oportunidad de mantener esa
esperanza de los panameños. En sus manos
está la responsabilidad de demostrarnos, con su ejemplo y con cada uno de sus
actos, que su campaña fue más que promesas electorales. Los panameños nos merecemos el mejor gobierno
posible.
Espero que cada día, cuando se despierte y de gracias a Dios por
las bendiciones que ha recibido, piense en todos los panameños que cada día
pasan penurias y sufrimiento. Sé que su
formación javeriana y el ejemplo de sus padres le han dado una gran sensibilidad
ante el dolor ajeno. Que Dios lo ilumine
para que use esa sensibilidad a fin de mantenerse enfocado en su misión de
hacer cada día a Panamá un mejor país, para beneficio de todos.
Lo felicito por el equipo de trabajo que ha conformado, conozco
personalmente a unos cuantos. A otros sólo
por referencia, y otros simplemente no sé quienes son. De los pocos que conozco personalmente solo
tengo la más alta imagen por ser personas íntegras y con mucha capacidad. De los demás sólo tengo las referencias de
amigos y conocidos, que hasta ahora han sido positivas. Pero tenga presente que a pesar de contar con
el mejor de los equipos, a veces las cosas saldrán mal, y Usted o ellos van a
cometer errores. Y cuando así sea, aquí
estaremos muchos, listos para señalarlos.
No es un crimen equivocarse, el crimen está en no enmendar los errores
que se cometan.
Si me permite el atrevimiento de ofrecerle un consejo: mantenga el
contacto con la realidad. Pero no con la
realidad del Palacio de Las Garzas, o la del Consejo de Ministros, o la de la
Asamblea Legislativa, o la de sus asesores y allegados, sino con quienes cuyo
trabajo o su prestigio, no dependan de rendirle cuentas a Ud. como jefe. No dudo de la capacidad de estos, ni de sus
mejores intenciones, pero tienen el conflicto de interés de ser parte de su
equipo.
Trate de mantenerse en contacto con el panameño de a pie, con el
que sale todos los días a trabajar para buscar un futuro mejor para el y su
familia, con los que usan el transporte público, y que se despiertan a las
cuatro de la mañana para llegar a su trabajo a las ocho, con los que esperan
meses por una cita médica y se les hace demasiado tarde, con los jóvenes que no
consiguen trabajo por que el sistema educativo no les ha dado las herramientas
que realmente necesitan, con los empresarios que tienen que lidiar con trabas
burocráticas a diario, con los sindicalistas para quienes todo está mal pero que
tienen el derecho a ser escuchados, con los agricultores que necesitan apoyo
para ser más eficientes y competitivos, con los estudiantes que tienen que ir a
escuelas deterioradas, con maestros aún más deteriorados, con los pobres que no
saben de dónde saldrá su próxima comida, con los que sólo reciben agua un par
de veces a la semana, con los copartidarios que lo apoyan, y con los opositores
que lo adversan. Le aseguro que de todos
estos contactos van a salir maravillosos consejos, así como fuertes, pero
sinceras críticas.
Manténgase también en contacto con sus raíces y con sus amigos,
pero no los que surgen de la política o de los negocios, sino con aquellos que ya
lo eran cuando Juan Carlos Varela, todavía no era Juan Carlos Varela. Seguramente estos nunca van a tener miedo de
decirle honestamente lo que piensan.
Como panameño, le pido con respeto pero con firmeza, que nos llene
de orgullo, y que no nos defraude, pues las expectativas que tenemos de Usted son
enormes, y de no cumplirlas, de ese mismo tamaño será también la decepción que nos
llevaremos.
Que Dios lo guíe e ilumine!
Que Dios lo guíe e ilumine!