lunes, 30 de junio de 2014

Señor Presidente

Ante todo, quiero expresarle la alegría que me causa poderme referir a Usted con este título.  Soy uno de los muchos independientes que creyó y que cree que Usted tiene la capacidad, la voluntad y los valores necesarios para lograr una verdadera transformación de nuestro amado país.

Su mensaje de campaña nos dio esperanza a todos los panameños que todavía pensamos que un gobierno puede hacer obras sin robar, que se puede ayudar a los más necesitados sin convertirlos en siervos agradecidos y obedientes, que creemos en que las reglas del juego pueden ser claras e iguales para todos.  Muchos van a decir que soy un ingenuo y cosas peores, y tal vez tengan razón, pero prefiero mantener la esperanza, a caer en el cinismo de pensar que está bien robar, siempre y cuando se salpiquen las migajas del botín.

Señor Presidente, Usted tiene la oportunidad de mantener esa esperanza de los panameños.  En sus manos está la responsabilidad de demostrarnos, con su ejemplo y con cada uno de sus actos, que su campaña fue más que promesas electorales.  Los panameños nos merecemos el mejor gobierno posible.

Espero que cada día, cuando se despierte y de gracias a Dios por las bendiciones que ha recibido, piense en todos los panameños que cada día pasan penurias y sufrimiento.  Sé que su formación javeriana y el ejemplo de sus padres le han dado una gran sensibilidad ante el dolor ajeno.  Que Dios lo ilumine para que use esa sensibilidad a fin de mantenerse enfocado en su misión de hacer cada día a Panamá un mejor país, para beneficio de todos.

Lo felicito por el equipo de trabajo que ha conformado, conozco personalmente a unos cuantos.  A otros sólo por referencia, y otros simplemente no sé quienes son.  De los pocos que conozco personalmente solo tengo la más alta imagen por ser personas íntegras y con mucha capacidad.  De los demás sólo tengo las referencias de amigos y conocidos, que hasta ahora han sido positivas.  Pero tenga presente que a pesar de contar con el mejor de los equipos, a veces las cosas saldrán mal, y Usted o ellos van a cometer errores.  Y cuando así sea, aquí estaremos muchos, listos para señalarlos.  No es un crimen equivocarse, el crimen está en no enmendar los errores que se cometan.

Si me permite el atrevimiento de ofrecerle un consejo: mantenga el contacto con la realidad.  Pero no con la realidad del Palacio de Las Garzas, o la del Consejo de Ministros, o la de la Asamblea Legislativa, o la de sus asesores y allegados, sino con quienes cuyo trabajo o su prestigio, no dependan de rendirle cuentas a Ud. como jefe.  No dudo de la capacidad de estos, ni de sus mejores intenciones, pero tienen el conflicto de interés de ser parte de su equipo. 

Trate de mantenerse en contacto con el panameño de a pie, con el que sale todos los días a trabajar para buscar un futuro mejor para el y su familia, con los que usan el transporte público, y que se despiertan a las cuatro de la mañana para llegar a su trabajo a las ocho, con los que esperan meses por una cita médica y se les hace demasiado tarde, con los jóvenes que no consiguen trabajo por que el sistema educativo no les ha dado las herramientas que realmente necesitan, con los empresarios que tienen que lidiar con trabas burocráticas a diario, con los sindicalistas para quienes todo está mal pero que tienen el derecho a ser escuchados, con los agricultores que necesitan apoyo para ser más eficientes y competitivos, con los estudiantes que tienen que ir a escuelas deterioradas, con maestros aún más deteriorados, con los pobres que no saben de dónde saldrá su próxima comida, con los que sólo reciben agua un par de veces a la semana, con los copartidarios que lo apoyan, y con los opositores que lo adversan.  Le aseguro que de todos estos contactos van a salir maravillosos consejos, así como fuertes, pero sinceras críticas. 

Manténgase también en contacto con sus raíces y con sus amigos, pero no los que surgen de la política o de los negocios, sino con aquellos que ya lo eran cuando Juan Carlos Varela, todavía no era Juan Carlos Varela.  Seguramente estos nunca van a tener miedo de decirle honestamente lo que piensan.


Como panameño, le pido con respeto pero con firmeza, que nos llene de orgullo, y que no nos defraude, pues las expectativas que tenemos de Usted son enormes, y de no cumplirlas, de ese mismo tamaño será también la decepción que nos llevaremos.

Que Dios lo guíe e ilumine!